Nunca estarás solo.
Una nueva historia situada en Los Ángeles y zonas cercanas en el estado de California contará las aventuras de Matthew West para sobrevivir junto a su grupo a un apocalipsis zombi que azotó al mundo. Deberá enfrentarse o confiar en otros supervivientes y aprender a valerse por sí mismo.
Capítulo 1: Nunca estarás solo.
En Los Ángeles todo empezó muy rápido,nadie se lo esperaba. Ni un aviso en las noticias de días anteriores antes de que el presidente lo hiciera público en un boletín informativo en directo, de golpe. Me gustaría contaros como fue aquel día así que sin más rodeos, voy a ello.
Para empezar voy a presentarme. Me llamo Matthew West, Matt para los conocidos. Tengo 19 años y soy una persona alta de un metro ochenta más o menos con el cabello de color negro como el carbón al contrario que los ojos, con un bonito azul claro. Me considero bastante simpático y sincero pero me cabreo a la mínima, soy bastante risueño y a decir verdad también un poco inmaduro, cosa que tengo que cambiar en este nuevo mundo. Estudiaba en la Universidad de California en Los Ángeles , UCLA para abreviar y vivía en una bonita casa a la que ahora añoro en Sunset Boulevard.
Era 4 de noviembre, aunque viva en Los Ángeles este año estaba haciendo bastante frio, algo inusual y además se acercaba el invierno. Aquel día me levanté con un cosquilleo en la barriga sospechando que algo iba a pasar, pero quién me iba a decir de que se trataría de un brote de gran magnitud que haría que los muertos resucitaran, en fin. Me vestí rápidamente y fui a desayunar. Después bajé al garaje a coger el coche para ir a la universidad,ya sé que la universidad no es que quede muy lejos de mi casa pero se me olvidó decir que soy demasiado vago. El coche es un Dodge Challenger rojo del 2009 que me regaló mi madre antes de fallecer y que por suerte aún tengo aquí con varios bidones de gasolina en el maletero que cogí al huir de la ciudad. Me largué rápido ya que iba a llegar tarde. Y efectivamente llegué tarde, toqué la puerta de la clase y entré pidiendo disculpas por la tardanza ante la atenta mirada de aquel viejo profesor. Me senté en uno de los asientos vacíos que había al fondo y me eché un rato sobre la mesa para sobrellevar mejor la hora.
Al acabar la hora un fuerte jaleo se escuchaba en los pasillos,salí de la clase y pude ver como todos iban en pelotón hacia algún lugar, para ser más concreto, hacia la cafetería. Obviamente yo no iba a ser menos y me infiltré entre aquella multitud recibiendo empujones de los compañeros que iban detrás mía hasta que pudimos llegar al fondo del pasillo y poder entrar allí. Todos mirábamos atentos a la gran pantalla que había situada en la pared. Un profesor se acercó a los botones del televisor para darle más volumen. Estaba hablando el presidente Barack Obama desde la Casablanca.
— Queridos ciudadanos de los Estados Unidos de América. Quiero comunicaros que un brote de una extraña enfermedad ha sido diagnosticado en algunos pacientes fallecidos que ahora mismo están bajo supervisión de profesionales y en completo aislamiento. Están trabajando todo lo posible en los laboratorios más grandes de los EEUU para averiguar cómo se transmite y que produce exactamente. Hasta la fecha solo sabemos que por muy raro que suena, hace resucitar a las personas fallecidas recientemente. No queremos alterar a nadie pero por el momento os pido que no salgáis de vuestras viviendas y permanezcáis sin salir hasta que sepamos cómo evoluciona. Por ahora está bajo control, esto es muy serio. No es un simulacro — el presidente desapareció de la pantalla y un periodista apareció comentando el discurso.
Por mucho que dijera,el pánico cundió y todas las personas huyeron rápidamente, incluido yo. Me monté en el coche y me dirigí a mi casa. Las calles estaban abarrotadas de coches,el boletín fue retransmitido por radio y televisión en todas las frecuencias y cadenas así que era demasiado raro que quedase una persona sin enterarse. La gente corría por las calles con las manos sobre las orejas hablando por teléfono. Yo seguía esperando a que el largo atasco avanzara mientras escuchaba la radio. Incluso estaba empezando a ponerme nervioso,en ese momento creía que los periodistas y el mismísimo presidente estaban exagerando pero ahora puedo comprobar que no.
Cuando llegué bajé rápido del coche sin coger nada,sólo lo cerré y entré en mi casa. Lo primero que hice fue buscar a mi padre y preguntarle si lo había escuchado. Allí estaba, sentado en el sofá viendo la televisión,estaba tan concentrado que ni se enteró de que entré en la casa.
Mi padre se llama Thomas West, actualmente tiene 37 años, sí, fue un padre joven. Es muy robusto con el cabello rubio y los ojos oscuros, todo al contrario que yo, tenía más semejanza a mi madre. Mi padre era un conocido arquitecto de California, aunque no le gustaba mucho ser demasiado conocido, es una persona bastante simple.
— Papá.
— Joder Matt que susto – me interrumpió.
— ¿Has estado escuchando el discurso verdad? — le pregunté mientras me sentaba lentamente al lado suya.
— Si — contestó fríamente.
— ¿Y qué hacemos?
— Pues lo que han dicho, estar aquí esperando noticias. No salgas de casa bajo ningún concepto. Lo último que quiero es perderte — todavía no superó la muerte de mamá.
— No, no tranquilo — le contesté cerrando la conversación.
Me levanté y fui hacia el ordenador para revisar un poco mis redes sociales. No había ningún otro tema en todo el maldito Internet, quería desconectar un poco pero así era imposible. Por cada sitio que visitaba era lo mismo entonces tuve que acostarme un rato para poder desconectar.
***
Unos fuertes golpes en mi cama acompañado de unos gritos pronunciando mi nombre hicieron despertarme, la primera vista que tuve al abrir los ojos era la de la ventana así que vi como anochecía. Me giré rápidamente para ver la causa de tales golpes y gritos. Era mi padre, estaba muy alterado, le pregunté que qué pasaba pero no me contestó por lo tanto tuve que seguirlo hasta el salón. El presidente otra vez. Esta vez no era para dar buenas noticias sino para, en parte, contradecirse.
— La situación se está saliendo de control, el número de infectados ha aumentado. Los principales focos de infección son Nueva York, Georgia, Illinois y California. Aún se desconoce el medio de transmisión de la enfermedad y el origen. Los científicos siguen trabajando al máximo para dar respuestas lo más pronto posible pero por ahora, la situación es muy delicada. Repito,no salgáis de vuestros hogares, permaneced dentro hasta nuevo aviso. Los Estados Unidos de América se declara en alerta roja.
Cuando mencionó a California como uno de los focos de infección se me erizó el pelo pero el detonante fueron las últimas palabras.
— Perfecto, ahora sí que estamos en la mierda — dijo mi padre —. Pase lo que pase,estaremos siempre juntos.
Las palabras no me salían en aquel momento, creo que nunca tuve tantos nervios. Me levanté y fui hacia el balcón para que me diera un poco el aire bajo la luz de la luna. La calle estaba totalmente desierta, no había ningún alma. Hasta que de pronto, alguien asomó por una de las esquinas que daba a una calle aledaña.